Hace una semana, el presidente-candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Nicolás Maduro, protagonizó un incidente llamativo durante un mitin en El Vigía, Estado Mérida, en el marco de su campaña electoral. En medio de su discurso, Maduro reprendió públicamente al ministro de Transporte, Ramón Velásquez, debido al deplorable estado de la carretera Mérida-El Vigía. “Ministro, usted me responde por esto: tiene 20 días para reparar completamente la carretera. No quiero excusas”, exclamó Maduro frente a la multitud y al funcionario, quien, asintiendo con solemnidad, aceptó la tarea ante la ovación de los presentes.
La escena se repitió poco después en el Estado de Barinas, vecino a Mérida. Esta vez, el reclamo público fue dirigido al presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Pedro Tellechea. “Entrando aquí en la ciudad”, dijo Maduro, “me encuentro con una larga cola de motorizados en una estación de servicio porque no hay gasolina. Esto no puede ser. Ministro: usted se me presenta mañana aquí y me resuelve el problema de la gasolina, me lo resuelve.” La respuesta de la audiencia fue inmediata, estallando en aplausos.
Maduro parece estar adoptando un estilo similar al que Hugo Chávez empleaba en sus mejores tiempos. Enfrentando un rosario de adversidades y una población cada vez más irritada, ofrece nuevas promesas y soluciones rápidas. En El Vigía, afirmó que pronto se instalará la primera granja solar de 50 megavatios, en una región que lleva años sufriendo prolongados cortes eléctricos diarios.
Con el control del tiempo y el diseño de las reglas electorales, pero enfrentando una militancia mucho más apática que en el pasado, el oficialismo despliega apasionadamente sus argumentos e inunda de spots publicitarios la televisión, la radio y las redes sociales. La campaña de Maduro está integralmente concebida, con un mensaje concreto para cada uno de sus públicos potenciales.
El esfuerzo realizado por Maduro y la dirigencia revolucionaria ha empezado a mostrar resultados. Según los sondeos de opinión, la intención de voto de su candidatura ha subido del 18% al 25%. “El chavismo siempre destaca que Maduro es la garantía de la paz”, sostiene el profesor y analista político Luis Peche Arteaga, analizando los mensajes clave del PSUV. “Es decir, o son ellos o viene la violencia: asociar a la oposición con la inestabilidad, con el golpismo, con la conspiración. Es decirle a la gente: si quieres trabajar tranquilo, estar en paz, si quieres llevar una vida normal, no puede ganar la oposición, tienes que seguir con nosotros”.
En sus contenidos televisivos, se hace un especial esfuerzo por animar a la gente a seguir adelante, a partir de las tímidas señales de recuperación que ofrece una economía que quedó en ruinas: “Estamos mejorando. Lo peor ya pasó”. La narrativa chavista se dirige de forma expresa a su militancia, al “pueblo revolucionario”.
Maduro, emulando a su predecesor, intenta mantener la cohesión y el entusiasmo dentro de su base, mientras enfrenta el desafío de una elección crucial para el futuro de Venezuela.
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